SEMBLANZA DE UN BUEN CIUDADANO.-

José Terol Llopis  (Alcoy 1903-1986). Fue siempre un hombre honrado, amante de la cultura, pacifista, respetuoso con las leyes y normas sociales, generoso, trabajador...

Estudió música, y aprendió a tocar el clarinete, el saxo y el trombón. Formó parte de la legendaria banda de música alcoyana “La Primitiva”. Posteriormente también estuvo un tiempo con algunos compañeros de esta, en la conocida Orquesta “T.B.O.”, ejerciendo virtuosamente con los instrumentos citados.

Hizo oposiciones, y, entró de guardia de Asalto (equivalente a policía Nacional).

En 1939, quedó viudo con dos hijos: uno de 7 años y otra de 5.

Aunque no pertenecía a ninguna organización política. Tras acabar la guerra, fue detenido por su pertenencia profesional a La Guardia de Asalto; fue ingresado en un Campo de Concentración. Su madre habló con el Capitán-Director de La banda del Cuartel del Regimiento de Alcoy, del cual fue asistente y además copiaba las partituras excelentemente. Dicho Capitán extendió un aval a su nombre. Cuando lo presentó, el jefe del Campo de Concentración lo tiró al suelo, diciéndole que aquello no valía. El lo cogió del suelo y lo guardó. Después fue trasladado a otro Campo. Y luego al Campo de Concentración de Albatera (hoy enclavado en San Isidro). Me contaba que era un nido infecto donde les daban una comida escasa y horrible. Cierto día estaba conversando con un amigo de las Brigadas Internacionales, al ir a enseñarle la foto de sus hijos, sacó los papeles que llevaba y fue su suerte cayó al suelo el aval, el compañero de fatigas y penalidades se interesó por aquel impreso, <déjame que vea ese papel>. Al leerlo le dijo no te muevas de aquí, con este aval estás fuera, y marchó hacia la oficina del Jefe del Campo de Concentración. Ese mismo día le llamaron para comprobar si en efecto era suyo el aval, y sus documentos.

A la mañana siguiente le llamaron y le devolvieron el aval, y firmó su puesta en libertad del Campo de Concentración.

<Salí de allí, como alma inquieta a la que persigue el diablo, y con una disentería tremenda, me fui andando a Alcoy -sin mirar hacia atrás- tan sólo paré a coger y comer una manzana y varias veces para hacer mis necesidades>.

Estuvo viviendo en mi casa, cuando quedó viudo por segunda vez, allá por los años 75-82; me repetía una y otra vez que la enfermedad de los nervios que padecía Parkinson, era consecuencia  -que siendo todavía de noche, nominaban a golpe de altavoces atemorizantes, a aquellos a quienes iban a fusilar en la madrugada. Él cada vez que oía José... temblaba su cuerpo y su sangre subía amontonada a su cabeza.

Este fue mi querido suegro, al que todos admiramos y le llamábamos “Pepín”. Ahora descansa en paz, un gran hombre.

 

                                               ã Manuel-Roberto Leonís, Orihuela.